By Mara Durán
Poco sabemos sobre la vida de los maestros de Pima Community College (PCC). No nos detenemos a pensar en quienes son, ni cómo han logrado llegar a donde están, lo que sí es un hecho es que todas las personas son el resultado de un bagaje cultural que podemos conocer para enriquecernos a través de sus experiencias, llenas de lucha, crecimiento e inspiración.
Les presento a Guadalupe Annette Cruikshank, su familia y amigos la conocen como Lupita, pero en su trabajo todos le dicen Guadalupe. Es una mujer profesionista, dinámica, amable, agradecida con la vida, maestra de español y traducción en PCC desde el año de 1998.
Un dato muy significativo es que egresó de Pima. Guadalupe recuerda haber tenido experiencias que enriquecieron su aprendizaje, menciona que sus maestros y compañeros jugaron un papel muy importante en su desarrollo y eso la motivó a volver a Pima para convertirse en parte del equipo de profesores de esta institución. “Literalmente soy producto de Pima, es un ambiente que se distingue por ayudar a los estudiantes a mejorar su vida por medio de la enseñanza y la diversidad de oportunidades que ofrece para el desarrollo estudiantil.”
Uno de los primeros logros de Guadalupe, fue recibir su diploma como Secretaria Bilingüe con grado asociado en Administración de Empresas y Negocios Internacionales en PCC después continuó preparándose en la Universidad de Arizona con Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, es Master en Lengua y Literatura en Español y para cerrar con broche de oro, tiene un Doctorado en Literatura Latinoamericana.
Lo que más disfruta de su trabajo es ver el progreso de los estudiantes, brindar su ayuda para que puedan desenvolverse mejor y adaptarse a las exigencias escolares, se siente plenamente satisfecha cuando ve que el resultado de su esfuerzo concluye con la graduación de sus pupilos, dice que siente gran satisfacción cuando sabe que sus alumnos ponen en práctica el idioma español en su trabajo, al viajar o inclusive con otras familias. “Me da satisfacción saber que he sido parte de su crecimiento intelectual y que de alguna manera les he inspirado ver el mundo de una forma diferente y positiva.”
Aunque Guadalupe es oriunda de Tucson, Az. pasó su infancia en Magdalena de Kino, Sonora, México, en donde asistió a la escuela desde preescolar hasta terminar la preparatoria. Aprendió a hablar español a la perfección a una edad muy temprana, pero eso no le otorgó ningún privilegio en su comunidad escolar, ya que los niños la llamaban “gringa” por sus rasgos americanos. Fue víctima de agresiones físicas cuando ingresó a la preparatoria.
Emigró a Estados Unidos para seguir sus estudios. Se encontró con un panorama tan desolador como el anterior. “Aunque sabía inglés conservé un acento, así que me trataban como extranjera aquí también”. En su trabajo las supervisoras la discriminaban por ser “mexican,” le asignaban mayor cantidad de trabajo sin aumento de sueldo. “Fue difícil ser extranjera en ambos paises, no me aceptaban en un ambiente ni en el otro, los maestros eran neutros y me trataban bien.” Esta experiencia le permitió tener muy claro lo importante que es cuidar de las personas, ayudarlas adaptarse a nuevos ambientes y que el buen trato hacia los demás marca una gran diferencia en nuestro paso por la vida.
Guadalupe reconoce que fue más facíl sobresalir en Estados Unidos, pues podía trabajar en el día y estudiar al mismo tiempo por la noche en Pima. Continuar en la universidad exigió el mismo ritmo pues debía sostener su casa y a su mamá. Guadalupe explica que, a diferencia de los estudiantes americanos, sus compañeros en México solo estudiaban y eso les permitía concluir más rápido la universidad, también menciona que los alumnos extranjeros en Estados Unidos tienen la oportunidad de trabajar únicamente en la escuela a la que asisten, esto les ayuda a conocer otros aspectos de la cultura americana.
La trayectoria de Guadalupe por el mundo de la enseñanza inició desde pequeña cuando jugaba a ser maestra. Su bisabuelo, su abuelo y su mamá también fueron profesores y sirvieron de inspiración en su desarrollo. “Los veía como héroes silenciosos que impartían su conocimiento para el bien de todos, traigo en la sangre el amor por la enseñanza, mí abuelo Plutarco me leía libros, me enseñó el alfabeto y los números antes de entrar al kínder, me compró un microscopio donde veíamos mariposas y hormigas, también un globo terráqueo donde aprendí geografía.”
Para Guadalupe, educar es una consigna hermosa. “Por medio de la enseñanza puedes cambiar el mundo, abrir los ojos de las personas a nuevas perspectivas, historias y culturas.” En su caso, hablar un segundo idioma es una puerta que le abrió nuevas perspectivas, ella considera que también es una oportunidad para que sus estudiantes puedan tener una mejor remuneración económica.
Guadalupe sabe que el camino por las aulas como estudiante o maestro llega a generar estrés, que al no ser manejado de manera adecuada repercute en el rendimiento de cada persona. Recomienda a sus alumnos “Respirar hondo, analizar la situación, buscar el lado positivo y hacer un plan para solucionar el problema con paciencia y éxito.” Considera que las experiencias que vivimos nos llevan a aprender, a madurar y nos ayudan a desarrollar paciencia y empatía.
No existen vidas sin problemas, atravesar por situaciones difíciles es el pan de cada día, sin embargo, aprender a levantar la voz para pedir ayuda, expresar lo que sentimos y sobre todo no dejar de luchar por alcanzar nuestras metas, aunque es una tarea complicada, todos podemos salir adelante. Tal es el caso de Guadalupe, que fue víctima de bullying y discriminación cuando estaba en la escuela, era difícil poner límites. “Aprendí que la fuerza bruta no es lo esencial, que yo no merecía ese trato de mis compañeros, que podía defenderme sola, aprendí que la fuerza de las palabras era más poderosa que la fuerza física y que entre más me superara en mis estudios, lograría mayor éxito personal y profesional en mi futuro. Cuando crecí, aprendí a ayudar a los demás, evitar las discriminaciones y reportar bullying para que las personas que lo perpetraban fueran reprendidas.”
Guadalupe recuerda que los comentarios hostiles provenían de fuentes inmersas de ignorancia y celos, por ello es importante que los estudiantes y cualquier persona mantengan sus objetivos en la mira. Una vez que logren lo que desean pueden establecer nuevas metas, pues la vida es un aprendizaje constante. “Siempre hay cosas nuevas que probar que nos traerán más satisfacción y plenitud. Siempre hay esperanza de algo mejor. Me gustaría poder continuar animando y guiando a los estudiantes para seguir una carrera que los satisfaga, les brinde estabilidad profesional, económica y que sean un ejemplo de inspiración para otros en el futuro. Como dicen en inglés pay it forward”
La ley de “cosechamos lo que sembramos” cobra vida cuando vemos el resultado de nuestro esfuerzo. Esto es lo que refleja la historia de Guadalupe. Lo que ha construido es la combinación de varios factores, el fruto de su dedicación, la pasión por hacer algo que le encanta, el aprendizaje de sus errores, el empeño para no dejarse vencer, el reconocimiento y uso de sus talentos para lograrlo. Seguramente la próxima vez que la recuerdes pensarás en una persona generosa, que a pesar de las adversidades salió adelante y ayudó a los demás a tener balance y éxito en la vida por medio de la educación. Ojalá que ésta sea una pequeña fórmula para alcanzar tus metas.